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Los 10 pueblos del Pirineo Catalán con más encanto

Los Pirineos Catalanes son un destino de ensueño todo el año. En verano, un lugar fresco y con una naturaleza salvaje en la que practicar infinidad de deportes de aventura o visitar pueblos del Pirineo Catalán con mucho encanto; en invierno, todo esto queda cubierto con el manto blanco de la nieve y adquiere un carácter todavía más mágico y, por supuesto, es el momento del año en el que abren las estaciones de esquí, una gran excusa para una escapada de hotel más forfait en el Pirineo Catalán.

Aquí te esperan mil rincones sobrecogedores, lagos de alta montaña, rutas con paisajes espectaculares, experiencias inolvidables… y también muchos pueblos de postal en los que parece que se para el tiempo.

Busca buena compañía y carga bien la batería del móvil porque no querrás dejar ni una calle por fotografiar. Aquí te dejamos una lista con los pueblos más bonitos del Pirineo Catalán, en la cordillera que hace de frontera natural con la vecina Francia.

 

Llívia, un pueblo rodeado de territorio francés

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Uno de los pueblos más bonitos del Pirineo Catalán y muy visitado durante todo el año. Tiene la peculiaridad de que forma parte de la provincia de Girona… pero realmente está totalmente rodeada por territorio francés y por bonitos pueblos del Pirineo Francés. Es una bonita localidad, pequeña y tranquila (apenas tiene 1.500 habitantes), repleta de casas de piedra y con una curiosidad que atrae a muchos turistas: tiene la farmacia más antigua de Europa, que actualmente es un museo. Se trata de una parada ideal para conocer parte de todo lo que ver y hacer en la Cerdanya.

También vale la pena visitar todo su núcleo antiguo y la iglesia de la Mare de Déu dels Àngels. Su ubicación es perfecta para combinar con unos días esquiando en las estaciones de la Cerdanya tanto catalana como francesa, ya sea hacer un viaje de esquí a La Molina o reservar un hotel más forfait en Masella. Visitar este pequeño pueblo durante un fin de semana en el Pirineo Catalán, es sin duda, un plan perfecto para desconectar de las grandes ciudades.

Camprodon, donde nace el rio Ter

Un precioso pueblo que te enamorará en el Ripollés y donde está el nacimiento del río Ter. Vale la pena perderse por sus calles y descubrir el rico patrimonio que alberga: desde el Ayuntamiento con un estilo gótico civil catalán, hasta un extenso catálogo de masías que todavía hoy se conservan en buenas condiciones.

El Pont Nou es uno de los paisajes más reconocidos de Camprodon, un auténtico icono del turismo rural y de montaña de Cataluña. Tampoco puedes perderte la Iglesia de Santa María, de estilo gótico y de grandes dimensiones; el Monasterio de Sant Pere, templo románico; o el Castillo – Torre del Reloj, que formaba parte de las fortificaciones que se erigieron en el pueblo en la época de la guerra de los cátaros para protegerlo.

Unha, el pueblo a las faldas del escarpado Pui Unha

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Un precioso y minúsculo pueblo del Pirineo Catalán, en plena Vall d’Aran. Apenas tiene 125 habitantes y es un paraíso de tranquilidad. Está situado en un montículo, lo que le da mucho encanto y tiene grandes vistas del valle, así como del glaciar y picos de La Maladeta.

Pese a su reducido tamaño, cuenta con puntos de interés como Ço de Brastet, una casa típica aranesa que hoy alberga el curioso Museo de la Nieve, con todo tipo de curiosidades.
Un buen lugar también para degustar la deliciosa y conocida olla aranea –plato típico de la zona- y cerca de estaciones para esquiar en Baqueira Beret.

Vielha, la capital del Valle de Arán

Seguimos en la Vall d’Aran para recomendar una visita a su capital, Vielha. Es un imprescindible en todo viaje a los Pirineos Catalanes, con una arquitectura tradicional de montaña en la que destacan las casas de piedra, madera y sus característicos tejados de pizarra. Una típica foto pirenaica. Date una vuelta por su centro histórico y déjate sorprender por los múltiples miradores que tiene.

Es punto de encuentro de montañeros durante todo el año: en verano, es centro neurálgico del turismo de aventura y donde descubrir increibles rutas por el Valle de Arán; en invierno, recibe la visita de miles de esquiadores (la estación más cercana es Baqueira Beret).

Taüll, visita el Valle de Boí y su pueblo por excelencia

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Uno de los pueblos del Pirineo Catalán más encantadores, con apenas 300 habitantes. Está en plena Vall de Boí y aquí destacan dos auténticas joyas arquitectónicas del románico catalán: la Iglesia de Santa María y la Iglesia de Sant Climent, que le da personalidad al municipio gracias a su gran campanario.

En esta última es donde está el famoso Pantocrator, en el centro del ábside, una emblemática pintura de cuatro metros de diámetro.
Cerca de este municipio está el Parque Nacional de Aigüestores y la estación de esquí, para hacer una escapada de hotel + forfait en Boí Taüll, con una altitud media que supera los 2.000 metros.

Castellar de n’Hug, en el Parque Natural del Cadí Moixeró

Uno de los pueblos con encanto del Pirineo Catalán es este que realmente está en la zona conocida como “prepirineo”. Está a 1.400 metros de altitud y solo tiene 150 habitantes, pero ofrece una estampa que vale la pena visitar, con arquitectura empedrada y vistas a algunos de los picos catalanes más emblemáticos (como el Pedraforca o les Rassos de Peguera). En Castell de n’Hug está el nacimiento del río Llobregat.

Queralbs, el inicio del ascenso a la Vall de Núria

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Un pequeño pueblo de apenas 200 habitantes que está entre la Cerdanya catalana y Francia, en una ubicación privilegiada. Sin duda, lo más conocido de este municipio es que es punto de partida para ir al Santuario de Núria; aquí se puede coger el tren cremallera, o bien hacer una increíble ruta por el camino viejo que lleva hasta el entorno del templo en unas 3-4 horas de marcha. En invierno, aquí abren 11 pistas de esquí. Sin duda, hay mucho que ver y hace

r en la Vall de Núria. Además, se trata de uno de los mejores lugares para disfrutar de la nieve en España.
En Queralbs no dejéis de pasear por su precioso núcleo histórico y visitad su iglesia de Sant Sadurní de Fustanyà, de estilo románico y del siglo X.

Prullans, ideal para complementar tu viaje de esquí

Muy cerca del Parque Natural Cadí-Moixeró está uno de los pueblos bonitos del Pirineo Catalán, Prullans, de unos 200 habitantes. Lo más destacable de este municipio es su aire bucólico, sus vistas impresionantes y las cuevas que están cerca y a las que nos podemos acercar con sencillas rutas; en sus alrededores se hallaron dólmenes muy destacados.
Prullans es un pueblo cuya visita puede complementarse a un viaje de nieve a las estaciones de esquí de Masella o La Molina, desde donde estaremos a una media hora en coche y unas de las mejores estaciones para esquiar cerca de Barcelona.

Sort, la cuna de los deportes de aventura

Una visita imprescindible para los que viajan a los Pirineos Catalanes en busca de aventura. Sort tiene un casco antiguo precioso por el que pasear y dejarse llevar contemplando sus calles empedradas y edificios de arquitectura típica pirenaica, con muchas tiendas y con la emblemática iglesia de Sant Feliu. Y, por supuesto, aquí podrás visitar la famosa administración de lotería de “La Bruixa d’Or” y probar suerte.

Pueblo ubicado en la comarca del Pallars Sobirà, Sort es un destino ideal para practicar deportes de aventura como rafting, en el río Noguera Pallaresa. Además, puedes esquiar en Port Ainé porque está solo a 24 kilómetros y a 34 kilómetros de la estación para esquiar en Espot.

Llanars, un pequeño pueblo del Pirineo Catalán con encanto

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En la comarca del Ripollès está uno de los pueblos más bonitos, pintorescos y desconocidos del Pirineo Catalán. Tiene un paisaje abierto y soleado, entre prados y campos, con lugares de interés como la iglesia parroquial de Sant Esteve y el edificio de la Rectoría.

Además de sus encantos naturales, Llanars es un pueblo con mucha historia, ya que hay constancia de que los primeros asentamientos humanos datan de la Edad del Bronce. Reflejo de ello son dos vestigios prehistóricos: la cueva de la Rendilla, ubicada en la base de una formación caliza, y las Salines, con unas características similares.

Cerca de Llanars pueden realizarse multitud de rutas de senderismo en Cataluña de diferentes niveles de dificultad y está a unos 66 kilómetros de una de las pistas de esquí en Cataluña más conocidas,  La Molina. Un emplazamiento ideal para disfrutar de la naturaleza en el Pirineo Catalán durante todo el año.

Salardú, un pueblo pintoresco en la Vall d’Aran

Cerca de la mencionada Unha está el pueblo de Salardú, en la Vall d’Aran. Aunque su aspecto bien conservado dé la sensación de ser una localidad bastante moderna, lo cierto es que sus orígenes se remontan a la Edad Media. De hecho, en su día fue una villa medieval fortificada, algo que seguro que le daría mucho encanto, pero en la actualidad quedan pocos restos de ella.

Sí podemos respirar el aire tradicional de Salardú, un pueblo pintoresco con calles en pendiente y cuyo principal atractivo es la Iglesia de Sant Andreu, que está declarada Monumento Histórico-Artístico. Tiene un campanario octogonal de estilo románico y dentro está el Cristo de Salardú, que es una de las obras más relevantes del románico aranés. Además, hay que acercarse a la plaza Mayor y ver su bonita fuente.

En Salardú es visitable uno de los 31 molinos que aprovechaban la fuerza motriz del agua para moler el grano. Hablamos del molino Era Mòla, de origen medieval, que se restauró y ahora se puede visitar y descubrir cómo funcionaban durante el verano.

Además, Salardú es punto de partida de rutas senderistas como la que lleva a Pla de Beret y Montgarri, que pasa por el nacimiento del río Noguera. Otra es la excursión a Colomérs, un circo de origen glaciar entre picos de unos 3.000 metros de altitud.

Ribes de Freser, la puerta de entrada a Vall de Núria

Nos acercamos a la puerta de entrada de Vall de Núria. Ribes de Freser es el centro administrativo y económico de la Vall de Ribes, lo más parecido a una ciudad con mucho encanto que podemos encontrar en este rincón del Pirineo Catalán. Así que es el lugar en el que encontrar todos los servicios, al mismo tiempo que paseas por una urbe empapada de la naturaleza pirenaica de donde salen algunas de las mejores rutas de senderismo en Cataluña.

Date una vuelta por el Paseo Àngel Guimerà, un lugar céntrico que está incluido en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Catalunya. Desde aquí se puede contemplar el trascurso del río Freser, que siempre deja estampas preciosas. Al final de esta calle está la Estación de Ribes-Vila, hoy reconvertida en Museo del Tren Cremallera, los icónicos vagones que llevan a la Vall de Núria.

En la parte alta se encuentra el Castillo de Sant Pere, del que hoy se conserva su torre principal de origen medieval. En sus proximidades está la Iglesia Parroquial de Santa Maria de Ribes, que ha sido reconstruida, pero conserva los tres ábsides originales del románico. Una vez aquí, levantad la cabeza para contemplar una roca única. Se trata de un granófiro, una roca de lava que estaba en la chimenea de un volcán hace unos 450 millones de años. Un testimonio vivo de la historia del centro de la Tierra.

Arties, a los pies del pico del Montardo

En la confluencia del río Valarties con el Garona, en la Val d’Aran, está otro pueblo con encanto del Pirineo Catalán que hay que visitar: Arties. Destaca el hecho de estar a los pies de la cara norte del Montardo, una mítica montaña pirenaica de 2.833 metros de altitud y de gran vistosidad.

Explora el pueblo paseando por sus calles empedradas y admirando las casas pintorescas que forman su núcleo urbano, con piedra, madera y pizarra negra. Entre las construcciones más destacables está la Casa Señorial de los Portolá, del siglo XVI, que fue del primero gobernador de California.

Cruza el puente que salva el curso del río Garona para llegar a la plaza del pueblo, donde está la Casa Paulet, de estilo renacentista. La iglesia de Santa Maria de Arties es una joya de la arquitectura aranesa y románica que hay que visitar.

Además del patrimonio histórico que tiene, Arties es conocido por sus aguas termales. Puedes disfrutar de sus beneficios en el complejo lúdico termal de los Baños de Arties (o Bahns d’Arties). Sus aguas al aire libre emergen a 39°, un templo de la relajación mientras observas el paraje pirenaico que te rodea.

Beget, un pueblo medieval escondido en el Pirineo

En una ruta por pueblos con encanto en el Pirineo Catalán no puede faltar una joya medieval bastante desconocida: Beget. Se trata de una minúscula localidad de apenas 20 habitantes en la que es posible rememorar tiempos pasados y dejarse embriagar por el silencio. Contemplando la arquitectura de las casas no es difícil entrever el origen medieval del pueblo, del que se tiene constancia de que existe desde 1168.

Aunque antes era independiente, hoy Beget pertenece al término municipal de Camprodón. Pese a su reducido tamaño, son muchas las casas que lucen en perfecto estado de conservación, ya que las familias propietarias las mantienen como casas para escapadas o veraneo. Podemos decir que el pueblo tiene tres especies de barrios conectados por puentes. Uno de ellos es del siglo XIV y lleva a la Torre del Reloj. En la parte más antigua de la localidad está la iglesia de Sant Cristòfol.

Pero más allá de construcciones en concreto, el encanto de Beget está en pasear tranquilamente por sus callejuelas medievales y empedradas, contemplando sus casas con fachadas de mampostería, marcos y ventanas de madera. Es punto de partida de diferentes rutas senderistas, como la que lleva a Oix o la subida al Pic de les Bruixes, a 1.393 metros de altitud.

La Vajol, el pueblo del exilio

Dos cifras: La Vajol es el pueblo con menos habitantes de l’Alt Empordà (96 personas) y el que está a mayor altitud, 546 metros. Está en los primeros flancos del Pirineo oriental, en la frontera con Francia. Esta ubicación ha hecho que haya tenido una gran importancia histórica no hace tantos años.

Es un municipio estrechamente ligado al exilio republicano. De hecho, es sorprendente descubrir que, siendo tan pequeño, llegara a ser la capital de España: lo fue a principios de 1939, cuando se convirtió en la sede de la Presidencia de la República y de la Presidencia del Gobierno. Al ser un pueblo limítrofe, formaba parte del itinerario que seguían quienes huían de la guerra y de la represión franquista.

Hoy se puede hacer memoria histórica y seguir aquel triste itinerario a través de la Ruta del Exilio, un sendero de 13 kilómetros y 400 metros de desnivel. Pasa por un monumento que recuerda al presidente de la Generalitat de Catalunya de aquella época, Lluís Companys. También acerca a la Mina Canta, una antigua mina de talco en la que el presidente Juan Negrín guardaba un botín de oro, 500 millones de la época y obras de arte.

Para tener buenas vistas de este pueblo con encanto del Pirineo Catalán, vale la pena acercarse al Mirador de l’Empordà, que está en la carretera que lleva a Maçanet de Cabrenys.

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Publicado por Viajes Estiber

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