Si eres un amante de los viajes de esquí, seguro que te gustará tanto deslizarte por las pistas y por la montaña virgen, como contemplar cómo lo hacen los esquiadores de la elite. Dentro de las modalidades de esquí que podemos ver en las competiciones, los saltos de esquí es una de las más espectaculares. Se trata de una modalidad que requiere mucho tesón y dedicación para lograr un buen dominio.
Para ser todo un experto en salto de ski, primero debemos tener en cuenta los conceptos básicos del ski. Además, no te pierdas este completo artículo donde te contaremos todas las claves de la disciplina: un poco de historia, qué eventos podemos ver y, si nos animamos a probarlo, dónde podemos practicarlo.
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Historia de los saltos de esquí
Para variar (nótese la ironía), el origen de los saltos de esquí son los países nórdicos europeos. Concretamente, nos iremos hasta la Noruega de 1808: es entonces cuando el esquiador Ole Rye le dio por saltar una modesta colina desde los 9,5 metros de altura con un par de esquíes.
Con el tiempo, fue perfeccionado por Sondre Norheim, que ganó la que está considerada como la primera competición mundial con premios en la categoría de saltos de esquí, en Ofte (Noruega), y a quien hoy se le considera el padre de esta disciplina.
Tras la Primera Guerra Mundial, dos esquiadores (Thulin Thams y Sigmund Ruud) reinventaron el salto con lo que se conoció como “Técnica Kongsberger”: se trataba de saltar con la parte superior del cuerpo doblada hacia adelante a la altura de las caderas y con los brazos extendidos hacia el frente, al tiempo que se mantenían los esquís en paralelo, para conseguir mayor distancia. De esta guisa, el austríaco Sepp Bradl logró ser el primero en saltar más de 100 metros en 1936.
El salto de esquí entró en los Juegos Olímpicos de Invierno desde su primera edición, los que se celebraron en 1924 en Chamonix-Mont Blanc, donde ya se competía con un trampolín de 80 metros. Las mujeres empezaron a competir en esta disciplina en los años 1970, siendo Anita Ward una de las pioneras.
Como te puedes imaginar, de la rudimentaria colina desde la que se hizo el primer salto de esquí han cambiado mucho las cosas en materia de tecnología: al principio se saltaba desde rampas de nieve hechas a mano y que, lógicamente, había que “construir” todos los años antes de la celebración de las pruebas de las competiciones; hoy, en cambio, ya son artificiales y cuenta con rampa, así como con una pendiente de aterrizaje.
¿Qué es el salto de esquí?
No tiene mucho misterio y el nombre ya lo dice todo: consiste en descender con esquís una rampa en la que se busca ganar la mayor velocidad posible para, al llegar a su término, saltar con mucho impulso para “volar” y avanzar la mucha distancia antes de “aterrizar” en la nieve.
Pero no solo hay que llegar lejos, sino también caer correctamente (algo que no es nada fácil y para lo que se requiere mucha práctica para lograr la estabilidad necesaria para no tener un accidente).
El salto de esquí tiene diferentes fases: la salida, que es cuando el esquiador debe adoptar una posición aerodinámica para intentar lograr la mayor velocidad posible, flexionando las piernas y colocando los esquís en paralelo; el despegue, que es cuando hay que conseguir una perfecta sincronización al salir del trampolín para lograr una gran longitud en el salto; el vuelo, que es el momento en que el esquiador está en el aire y debe inclinar el cuerpo sobre los esquís para planear, poniéndolos en forma de “V” y con las espátulas hacia arriba, lo que ayuda a ralentizar la caída y mejorar la distancia de salto; aterrizaje, que es un momento clave para evitar accidentes, en el que hay que caer suavemente sobre la nieve adelantando un esquí mientras se flexionan las piernas para absorber el impacto y se utilizan los brazos para buscar el equilibrio (se adopta la llamada posición “telemark”); y frenado, la fase final en la que el esquiador debe volver a elevarse y acabar la marcha sin caer e intentando mantener una trayectoria recta.
¿Qué competiciones hay de esta modalidad?
La competición de saltos de ski por excelencia es la de Año Nuevo o del 1 de enero, que es parte del mítico Torneo de los Cuatro Trampolines, que se celebra en cuatro sedes: Oberstdorf y Garmisch-Partenkirchen, en Alemania, e Innsbruck y Bischofshofen, en Austria. Se trata de una impresionante prueba deportiva que tiene un gran arraigo en el norte de Europa.
Todas estas pruebas son de una increíble exigencia física y de gran espectacularidad para verlas como público, por lo que, si no sabes qué hacer en una estación de esquí si no esquias y coincide con alguno de estos campeonatos, vale la pena que aproveches para verlo en directo. Una muestra de la dureza que tienen es que solo tres esquiadores han logrado ganar las cuatro pruebas de una misma edición del Torneo de los Cuatro Trampolines en toda la historia: el alemán Sven Hannawald (2001-2002), el polaco Kamil Stoch (2017-2018) y el japonés Ryoyu Kobayashi (2018-2019).
Además, la Federación Internacional de Esquí celebra todos los años la Copa del Mundo de Saltos de Esquí, cuyas pruebas se llevan a cabo en la época de nieve del hemisferio norte, entre noviembre y marzo.
Por último, como ya hemos comentado, el salto de esquí también se puede ver en los Juegos Olímpicos de Invierno: hay pruebas individuales y por equipos sobre trampolín normal (conocido como Normal Hill) y sobre trampolín largo (el llamado Large Hill).
En la actualidad, el récord del salto de esquí más largo lo ostenta el austriaco Stefan Kraft, quien en 2017 logró una marca de nada menos que 253,5 metros cuando se lanzó desde el trampolín de Vikersund, en Noruega.
¿Dónde se pueden practicar saltos de esquí?
Si se te han puesto los dientes largos después de ver mil vídeos o al ir a una competición como público y quieres probar eso de los saltos de esquí, hay varias estaciones en las que se ofrecen clases especializadas en esta modalidad. Reiteramos que es físicamente muy exigente y que requiere mucho dominio sobre los esquís, así que novatos, olvidaos.
Una de las estaciones de esquí más afamadas para practicar saltos de esquí es reservar un viaje de esquí a Chamonix Le Pass, en los Alpes Franceses, considerado, además, uno de los pueblos de montaña con más encanto. Más cerca de casa, los grandes referentes los encontrarás si reservas un hotel más forfait en Astún y Candanchú, en el Pirineo Aragonés, donde además se encuentra uno de los telesillas más famosos. También se puede practicar si haces un viaje de esquí a La Molina, en el Pirineo Catalán, una estación ideal para esquiar barato en Cataluña y esquiar cerca de Barcelona.
¿Qué equipación es necesaria para hacer saltos de esquí?
El equipo de esquí y material necesarios para practicar saltos de esquí no es muy diferente de cuando vamos a las pistas simplemente a descender por ellas, aunque sí cuenta con algunas particularidades propias:
- Uso obligatorio del casco. Si en pistas el uso del casco es recomendable, pero no obligatorio en la mayoría de las estaciones de esquí, para hacer saltos de esquí sí que es imprescindible por el riesgo que entraña esta disciplina.
- Esquís de salto. Hay palas diseñadas específicamente para hacer saltos de esquí sobre trampolines.
- Bastones. Necesarios para ayudar al esquiador a avanzar a gran velocidad. Deben ser ergonómicos.
- Ropa de esquí. No tiene mayor misterio en la práctica de saltos de esquí: seguir la técnica de las tres capas. Eso sí, hay que intentar vestir de la forma más aerodinámica posible para que la ropa no nos frene (por eso en competición no se suelen usar cortavientos o gorros).
- Fijaciones. Hay que montarlas en paralelo a la dirección de la trayectoria del salto de esquí.
- Botas. Se recomienda que sean de talón alto, flexibles a la vez que firmes, y con un rebaje en la parte delantera para permitir la inclinación del esquiador.