Los Alpes Franceses son un destino de ensueño para los amantes de la montaña. ¿Quién no ha soñado alguna vez con alcanzar la cima del majestuoso Montblanc, con perderte por su infinidad de senderos en un entorno increíble, con esquiar en los Alpes y disfrutar de sus espectaculares pistas de esquí? Los pueblos de los Alpes son un auténtico paraíso en el que practicar deporte tanto en verano como en invierno rodeado de un paisaje de postal. ¿A qué esperas para ir o para repetir? Hay infinidad de propuestas de aventura para hacer en estos colosos europeos. Pero si vas de acompañante o quieres compaginar el ejercicio y la adrenalina con otras actividades más relajadas, no puedes dejar de visitar los pueblos de los Alpes Franceses con más encanto. Sentirás que entras en las páginas de un cuento, del que no querrás salir nunca. ¡Toma nota!
Cuando el entorno acompaña, es difícil encontrar un pueblo que sea feo como tal. En los Alpes Franceses todos los municipios tienen su encanto: en verano, están en medio de montañas que todavía conservan resquicios de nieve, junto a un verdor deslumbrante, y en invierno, el paisaje se cubre de un manto blanco que le da un toque mágico.
Por eso vale la pena visitar los Alpes Franceses todo el año, porque siempre te sorprenderá con diferentes caras; es un destino de los que te piden volver. Estos son los mejores pueblos de Alpes Franceses para hacer turismo.
Salta directamente a:
- 1 Annecy, la Venecia de los Alpes Franceses
- 2 Chamonix, el destino ideal para los amantes del deporte
- 3 Megève, un auténtico pueblo alpino
- 4 Pralognan-la-Vanoise, una aldea rodeada de glaciares
- 5 Sixt-Fer-à-Cheval, uno de los pueblos más bonitos de Francia
- 6 Bourg-en-Bresse, un lugar originario de la época medieval
- 7 Morzine, a pie de pistas de la estación de esquí de Avoriaz
- 8 Moûtiers, un pueblo rural a las alturas de los Alpes Franceses
- 9 Les Brévières, un pueblo pintoresco de los Alpes Franceses
- 10 Abondance, un paseo por la tradición
- 11 Saint-Martin-de-Belleville, un pueblo en el corazón de los Tres Valles
- 12 Yvoire, una aldea medieval junto al Lago Lemán
Annecy, la Venecia de los Alpes Franceses
Uno de los pueblos de Alpes Franceses imprescindibles, que no puede faltar en tu visita. Quizás deberíamos llamarlo ciudad, porque tiene unos 50.000 habitantes, pero lo cierto es que conserva un toque rústico encantador, con un casco medieval que debe estar en tu álbum o galería de fotos.
A Annecy se le conoce como “la Venecia de los Alpes”, y es que tiene canales con agua que rodean las edificaciones del casco histórico y le dan un auténtico toque de cuento, con arcos y calles empedradas.
Atención a la antigua prisión del siglo XII que hoy es el Palais de LÎle, que mira hacia el canal principal (por cierto, es el segundo monumento más visitado y fotografiado de Francia, solo por detrás de la Torre Eiffel). La Rue Filaterie es otro de los paseos que te harán soñar en este pueblo.
También os podéis dar un paseo por el lago Annecy, donde es posible alquilar una barca o un crucero y practicar deportes náuticos. Está a una hora y cuarto en coche para esquiar en Chamonix y a una hora y media de las pistas de La Plagne-Tarentaise. Está cerca de Ginebra.
Chamonix, el destino ideal para los amantes del deporte
¡Cómo no! Uno de los pueblos con más encanto de los Alpes Franceses es el más popular entre los montañeros. Hay muchas cosas que hacer en Chamonix, desde aquí salen las rutas hacia el imponente Montblanc, del que está prácticamente a sus pies.
Además dispondréis del famoso teleférico de l’Aiguille du Midi para subir. Es un municipio muy visitado durante todo el año, también en invierno por las rutas con hielo y por las pistas de esquí. Uno de los pueblos de los Alpes Franceses de la zona con más y mejor ambiente.
Pero aparte de las propuestas deportivas, Chamonix es un pueblo que vale la pena recorrer a pie y sin prisas. Callejea sin rumbo por sus vías comerciales, adornadas con un río y sus puentes. Otro plan interesante es coger el tren cremallera rojo que sube hasta el Hotel de Montenvers, junto al glaciar Mer de Glace, que recorre la ladera de la montaña con vistas impresionantes (¡y no aptas para personas con vértigo!).
Megève, un auténtico pueblo alpino
Es el mejor ejemplo de que un pueblo no necesita tener una larga historia para tener mucho encanto. Si contemplas tus alrededores en este municipio con bonitas calles y edificios con una arquitectura típicamente alpina, te costará adivinar que se trata, en realidad, de una población bastante reciente: se creó a principios del siglo XX, por lo que apenas tiene 100 años.
Cerca de Chamonix y del Montblanc, también está rodeada de pistas de esquí; de hecho, ¡los trazados salen del mismo pueblo! Durante el verano, Megève es conocido por ser el destino de vacaciones de las mayores fortunas europeas.
Te recomendamos hacer algunas rutas de senderismo por la zona como el Camino del Calvario, apto para todos los públicos y con panorámicas del valle del Arly y del Mont Blanc; un paseo al lago Javen, de unos 4 kilómetros y con muchas actividades familiares; o acercarte al mirador de La Croix des Salles.
Pralognan-la-Vanoise, una aldea rodeada de glaciares
Ideal para los amantes del turismo más rural, ya que se trata de una aldea de apenas 700 habitantes. En pleno Parque Nacional Vanoise, está a los pies de Grande Casse y sus glaciares, cerca de las pistas de esquí, ideal para quienes quieran esquiar en Tignes, Valthorens y Courchevel.
En este encantador pueblo os sorprenderán sus casitas de madera y piedra, así como sus callejuelas angostas y su entorno natural excepcional. Para los que buscan autenticidad en los pueblos de Alpes Franceses.
Además de ir a esquiar, en Pralognan-la-Vanoise nos podemos relajar y divertir en el completo centro deportivo Le Cristal. Tiene spa para darle al cuerpo un merecido descanso después de un día intenso de actividad física.
También hay piscina, bolera, sala de musculación, rocódromo, sala polideportiva y pista de hielo olímpica. Pralognan-la-Vanoise es igualmente un buen destino para hacer senderismo, con más de 250 kilómetros señalizados alrededor del pueblo con rutas para todo tipo de públicos.
Sixt-Fer-à-Cheval, uno de los pueblos más bonitos de Francia
Solo te vamos a dar un dato: Sixt-Fer-à-Cheval forma parte de la asociación de “Los pueblos más bellos de Francia”, así que debería ser una visita obligatoria en tu viaje a los Alpes Franceses. Está en la Alta Saboya, en el macizo de Haut Giffre, cerca de la frontera con Suiza.
Se caracteriza por ser un pueblo agrícola y alpino, cuya historia se remonta al siglo XII. Es entonces cuando se levantó el templo de Abondance Abbey, que está catalogado como Monumento Histórico; con el tiempo sufrió un importante retroceso demográfico, que se recuperó gracias al turismo de montaña y de esquí en el siglo XX.
También vale la pena acercarse a una maravilla natural cercana al pueblo: el Cirque du Fer-à-Cheval, un circo natural de tipo glaciar que está considerado patrimonio natural, con imponentes cascadas en escarpados acantilados; destaca la cascada de la Rouget.
Bourg-en-Bresse, un lugar originario de la época medieval
Un pueblo ubicado en la parte más oriental de los Alpes Franceses, más lejos de las cumbres nevadas, que bien merece una visita por sus calles adoquinadas y su entramado de casas de madera, monasterios y un rico patrimonio originario de la época medieval.
Es la antigua capital de la Saboya, donde destaca el Monasterio Real de Brou. Entre las bonitas joyas arquitectónicas de este pueblo de los Alpes Franceses figura la Catedral de Notre Dame, en el centro urbano, terminada en el siglo XVI y con una fachada renacentista.
Un poco alejada está la iglesia de Brou, un templo que vale la pena ver por su exterior lleno de ornamentos y la riqueza artística que luce en su interior, con impresionantes esculturas. Además, en Bourg-en Bresse destaca su gran teatro y el imponente edificio de la prefectura, que utilizó la Gestapo durante la ocupación en la Segunda Guerra Mundial.
Los museos más destacados de este pueblo son el Museo de la Botica y el Museo de las Máquinas. Hay que decir que es uno de los principales distritos gastronómicos de Francia, así que ya sabes a dónde tienes que ir si buscas el buen comer.
La especialidad local son las aves de corral criadas con mimo, con marcas conocidas como Poulet de Bresse. De hecho, a mediados de diciembre se celebra la fiesta del pollo de Bresse, una buena excusa para viajar a los Alpes, esquiar y probar uno de los grandes manjares del lugar.
Morzine, a pie de pistas de la estación de esquí de Avoriaz
Un típico pueblo alpino muy próximo a la frontera con Suiza con tejados de pizarra, paredes de piedra y chalets de piedra a pie de pistas. Ideal para quienes buscan esquiar en Avoriaz con un entorno de cuento. Es de lo más animado durante el invierno, con calles con mucho encanto repletas de bares y restaurantes de toda la vida en los que tomar algo y disfrutar de las horas del après-ski.
Morzine es un destino de lujo para los amantes del turismo activo y la aventura. Durante el invierno, es una visita obligatoria para ir a esquiar y practicar actividades complementarias como paseos en trineo o en “yooner”, un equipo de deslizamiento que está a caballo entre el trineo y el esquí.
Por otro lado, en verano hay muchas opciones para divertirse en el entorno natural de los Alpes franceses: juegos en pista, el parque de aventuras de Morzine, alpinismo, descenso de barrancos por la cascada de Nyon o rafting en las aguas bravas de la Alta Saboya. ¡Un destino imprescindible para los amantes de la aventura!
Como es habitual en esta zona, tiene una selecta gastronomía en la que no puede faltar el “foie gras”, la “fondue” de carne o queso, o el “tartiflette”, plato autóctono de la Alta Saboya.
Moûtiers, un pueblo rural a las alturas de los Alpes Franceses
Un pueblo de los Alpes Franceses que está a 481 metros de altitud y cerca de la estación de esquí de Méribel-Mottared, en el que te sorprenderá su historia. No dejes de visitar sus dos museos con información de lo más curiosa: el Museo de Tradiciones Populares, para descubrir la vida rural del valle de Tarentaise, desde las actividades agrícolas propias de la viña hasta artesanías tradicionales; y el Museo de Historia y Arqueología, sobre la evolución cronológica de la villa, que hoy es punto de encuentro de los amantes de la montaña.
Si te gustan los productos lácteos, no dejes de visitar la Cooperativa con quesos con Denominación de Origen; también hay visitas a bodegas en la zona. Toda una inmersión en los Alpes Franceses más genuinos y rurales.
Les Brévières, un pueblo pintoresco de los Alpes Franceses
Una de las mejores estaciones de esquí de los Alpes Franceses es Tignes, donde además se encuentra uno de los aprés esquí más famosos del mundo, La Folie Douce. Se enclava en el valle de la Tarentaise y está rodeada por el macizo de Vanoise y la Grand Casse. Junto a Val d’Isère, forma parte del impresionante Espace Killy, que suma 10.000 hectáreas y más de 300 kilómetros de pistas de esquí, llegando a los 3.747 metros de altitud de la Grande Motte.
Pues bien, a sus pies se encuentra un pueblo de lo más tranquilo y encantador: Les Brévières. Está a 1.550 metros de altitud y presenta un entramado urbano de chalés tradicionales en plenos Alpes.
La comunicación con las pistas es directa a través de remonte o servicio de autobús. Hay otras zonas más movidas, si por algo destaca este enclave turístico es por ofrecer una escapada más bucólica, con un aspecto pintoresco y con algunos servicios, como tiendas de esquí, un pequeño supermercado, un estanco, un cajero automático y varios bares y restaurantes, ideales para probar platos típicos como una fondue o una raclette.
Abondance, un paseo por la tradición
Si algo destaca en Abondance, en Haute-Savoie, es que es un pueblo que sabe cuidar y preservar las tradiciones locales. En invierno es un destino habitual por esquiadores internacionales que buscan retos y parajes de gran belleza en los Alpes, con estaciones cercanas como Portes du Soleil.
Pero también es un buen lugar para descubrir su riqueza patrimonial, entre la que destaca la imponente Abadía de Abondance y la Iglesia de Abondance.
Para sumergirte en las tradiciones más auténticas, te recomendamos visitar la Maison du Fromage (Casa del Queso), un recorrido por los paisajes, sabiduría y técnicas de la elaboración de uno de los productos más típicos de los Alpes.
En cuanto a la naturaleza, destaca el Lago de Plagnes, el Monte Chauffé, el Monte de Grange y el Puerto de Chésery, un buen emplazamiento para lograr panorámicas de infarto.
Saint-Martin-de-Belleville, un pueblo en el corazón de los Tres Valles
Saint-Martin-de-Belleville es un destino muy popular entre los esquiadores de todo el mundo que se lanzan a vivir la aventura de adentrarse en los Tres Valles, también conocido por su nombre en francés, Les 3 Vallées. Es un dominio enclavado en el corazón de los Alpes Franceses con mucha solera, con más de 300 pistas y 600 kilómetros de esquí en total.
Forman parte de todo el conjunto Les Menuires, Méribel-Mottaret, Val Thorens y Courchevel, así como las estaciones más pequeñas de Saint Martin de Belleville, La Tania y Brides-les-Bains. El pueblo de Saint-Martin está a 1.450 metros de altitud y es puerta de entrada para quienes vayan a esquiar en Val Thorens.
Puedes complementar tu escapada de esquí con una visita cultural al Museo de Saint-Martin-de-Belleville, ubicado en una antigua casa de labranza. En él se cuenta la historia humana del valle, desde la agricultura de montaña hasta la llegada de los primeros telesillas. Un paseo por la economía local, ahora muy vinculado a las pistas de Val Thorens y del resto de resorts invernales que constituyen Les 3 Vallées.
Yvoire, una aldea medieval junto al Lago Lemán
Yvoire es otro de los destinos que están incluidos en la lista de “Los pueblos más bonitos de Francia”. ¡Por algo será! En este caso, se trata de una preciosa villa medieval fortificada que está a orillas del Lago Lemán, un paraje natural de gran belleza y compartido por Francia y Suiza.
Originalmente era un pequeño pueblo de pescadores, pero Amadeo V de Saboya decidió alzar aquí un pequeño castillo, con sus murallas y otras construcciones defensivas.
Fruto de aquella apuesta, hoy podemos pasear por un pueblo de lo más especial, con rincones que nos transportan a otra época como la Puerta de Ginebra y el laberinto de callecitas empedradas que forman el casco antiguo. Una de las más bonitas es la Rue de l’Eglise, decorada con mucho gusto.
No te pierdas la Iglesia de San Patricio y su campanario plateado, así como el Castillo de Yvoire (es de propiedad privada, pero vale la pena verlo por fuera). Sigue por el Jardín de los Cinco Sentidos (en francés, Jardin des cinq sens), en la antigua huerta de la fortaleza.
Y, por supuesto, no dejes de visitar el lago y el antiguo barrio de pescadores. Desde aquí se puede cruzar a Suiza, a la localidad de Nyon, cogiendo uno de los barcos que zarpan del muelle.